OJEADA AL PARAISO TERRENAL, prólogo de ¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?


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OJEADA AL PARAÍSO TERRENAL, de Enrique Jardiel Poncela.
Estamos en aquella época magnifica en que el Supremo Hacedor concluye de dar los últimos toques a su Paraíso Terrenal, el Parque Zoológico más completo que ha habido. Seres de infinitas cataduras y especies circulan por los enarenados senderos.Todos los animales que hoy conocemos y miles de ellos que no conocemos en absoluto, andan de un lado para otro sin causarse daño entre sí, porque se les ha dado orden de ser formales. De vez en cuando al león (por ejemplo) le entran ganas de comerse al cordero: pero la leona, la tierna y dulce leona, está allí para impedirlo, pasándole suavemente una garra por la melena y diciéndole: — Vamos, vamos… Tranquilízate. ¿No comprendes que si te meriendas al cordero, la cordera va a sufrir horrorosamente? Además, a las doce nos traerán la comida. Son ya las once y media… Ten paciencia, querido mío…Y el león, resignado, se tumba y, como un albañil, espera a que den las doce.
* * *
Otras veces es el mammuth, que se mete en el estanque de los patos y organiza un tumulto de aleteos y graznidos, hasta que —afeado en su proceder por los demás compañeros de pensión— se decide a salir de aquellas aguas ajenas con sus andares bamboleantes de señora gorda.
* * *
Y otras veces es el dinaterio,  que le planta una pataza encima al galápago. ..
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Y otras veces es el mono, que trepa a la copa de un árbol llevándose  el cuello una de las chisteras que utiliza la foca para sus juegos circenses...
* * *
Y otras veces —en fin— no son los animales, sino los ángeles —los hermosos ángeles que, espada de fuego en mano, hacen la guardia del Paraíso— los que provocan,sin querer, tal o cual incendio en la maleza con el fuego de las espadas, incendios que apagan los elefantes echando agua por sus trompas, y los bisontes galopando repetidamente sobre las brasas…
* * *
Pero, fuera de esos pequeños incidentes, todo marcha bien en el Paraíso. En un rincón, a la sombra de un hermoso pino-para-sol, el hombre y la mujer  bostezan y trasiegan plátanos. Como viven continuamente a la intemperie, la piel de ambos es áspera, rugosa ya parece cubierta de vello; como sólo son una “materia prima de hombre” y una «materia prima de mujer» (es decir: como todavía no han sido desbastados ni refinadas por el trabajo), las formas de sus cuerpos están groseras y toscas; como aún no han gustado el arrope del placer ni el bitter del dolor, en la expresión de sus ojos no hay más que bestialidad y opacidad; como todavía no poseen noción del Bien ni del Mal, en fin,tienen cara de idiotas. ¡Oh! ¡Qué diferencia de este Adán y esta Eva legítimos y verdaderos al Adán y la Eva que —miles de años después y sin saber lo que se hacen— van a pintar Rubens y Tiziano! Los demás inquilinos del Paraíso, en todas sus escalas y órdenes, desde la lagartija hasta el ictiosaurio, desde la mariposa catagrama hasta el perisodáctilo, desde el infusorio hasta la ballena, desde el ratón hasta el diplodocus, los desprecian. Se sienten superiores al hombre y la mujer, y tienen razón en sentirse superiores, porque cada uno de ellos está totalmente formado y constituida mientras que aquel hombre y aquella mujer —en la infancia de su desarrollo espiritual— son sólo dos sombras vagas de lo que han de llegar a ser en lo porvenir y se parecen a una mujer y a un hombre futuros todo lo que un bizcocho que flota en natillas puede parecerse a un trasatlántico en ruta hacia Borneo.
***
Adán y Eva no saben nada de nada. ¡Qué negra existencia la suya! Si tuvieran noción del arte, esculpirían ellos también en barro; pero el SupremoHacedor no les ha trasmitido su facultad maravillosa. Si alguien les enseñase a saltar al «paso y la uva», saltarían al «paso y la uva»; pero nadie les enseña. Si sintieran el amor, se amarían, regañarían, se reconciliarían para volver a regañar y a reconciliarse; pero no sienten el amor aún…Hasta que un día, a Eva, se le abre la boca desmesuradamente, hace ¡aaaaaaah!…,y la cierra de nuevo.…Y desde entonces, además de comer, de beber y de tumbarse, Eva y Adán bostezan. Allá arriba, en el cielo, por encima de una nube grisácea, los mira el SupremoHacedor, y como Él sabe absolutamente todo cuanto va ocurrir en el mundo, sonríe al mirarlos y, volviéndose hacia uno de los ángeles de su Estado Mayor, murmura: —¡Y pensar que al cabo del tiempo, el fruto de lo que harán en la Tierra Adán, Eva y todos sus descendientes, será el que un tal Smith inventará la máquina de cortar jamón…!
 Ya hemos echado una ojeada al Paraíso Terrenal. ¿Qué consecuencia sacamos de ella? La siguiente:
QUE EN LOS ALBORES DE LA VIDA TERRENA, LO ÚNICO QUE SE HACÍA EN EL MUNDO ERA COMER, BEBER, TUMBARSE Y BOSTEZAR.
O, lo que es igual, que en un principio, el Universo aparecía apoyado en una sola columna. Estómago, sí…
ESTÓMAGO.
 Es decir:
NECESIDADES GROSERAS DEL CUERPO
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NUEVA OJEADA AL PARAÍSO TERRENAL
Es un día, probablemente, de agosto. Todo duerme en el Paraíso, bajo esa asfixiante campana de máquina neumática que es la canícula. Apenas si suenan leves rumores hacia el ángulo del Noroeste, el lugar más fresco del Edén y que, por serlo, se ha destinado a los animales polares, tales como el oso blanco, el pingüino, la foca, la morsa, la ballena, el zorro, el reno, el narval, la gaviota. Los rumores están justificados; allá, en el Noroeste, se protesta el clima. Ya otras veces se ha protestado del clima en el ángulo del Noroeste, y el Supremo Hacedor ha hecho instalar un sistema de duchas de agua fría, que no por  primitivo es menos eficaz; mas —por desgracia— en esta época de sequía que ahora atraviesa toda la Mesopotamia los cuatro ríos que forman la Confederación Hidrográfica del Paraíso (plan Guadalhorce), han dejado temporalmente de discurrir y ya ni el Tigris, ni el Eufrates, ni el Araxes, ni el Pares, brindan su liquido al sistema de duchas del Noroeste. El oso polar está que ruge; no suda porque su piel no se lo consiente, que sino sudaría. De vez en cuando busca consuelo al terrible calor que sufre lamiendo las cañerías de las duchas; pero esta solución no le proporciona más que un alivio momentáneo y, en cambio, le deja en las fauces un sabor insoportable a cardenillo. La foca y la morsa lloran, la una lágrimas y la otra aceite. La ballena, con el depósito de sus surtidores también agotado, abre y cierra la bocaza desesperadamente. El reno y el zorro gris gruñen de un modo lánguido. El narval, varado entre juncos, intenta nadar en vano y acompaña sus esfuerzos de recios coletazos. la gaviota tridáctila mira tristemente a la gaviota de Ross suspirando: «¿Qué aguas podríamos rizar con nuestras alas?»
solo el pingüino sufre en silencio, serio, grave y correctísimo, por que desde que le han dicho que su plumaje blanco y negro le da el aspecto de un caballero vestido de «frac», no tiene otra idea que mantener la armonía de su figura. Y ya será bobo para «in eternum»…  En el resto del Edén, todo calla bajo un letargo profundo. Eva y Adán, siempre tumbados a la sombra del hermoso pino-para-sol, ni bostezan ni trasiegan plátanos. Adán duerme con un sueño sofocado y plomizo, y en cuanto a Eva, las manos cruzadas tras de la nuca, los riñones apoyados en el suelo, la pierna izquierda doblada y la derecha montada sobre la izquierda, balancea el pie ocioso, clava sus grandes ojos en la inmensidad de lo azul y riza el rizo con la imaginación. Reflexiona… ¡Lleva ya tanto reflexionado!… Piensa en las prohibiciones que les han sido impuestas a ella y a Adán. Desde la base de su pino-para-sol predilecto, Eva distingue, allá, a unos treinta metros, el manzano cuyos frutos no podrán tocar nunca, el manzano destinado a hacerse célebre en la historia de la Creación y de la Humanidad, el manzano de cuyo tronco pende un cartelito que dice, textualmente, en hebreo:
cartel
Eva lleva ya muchos días obsesionada con las manzanitas del manzano, preguntándose mentalmente: —Si tanto Adán como yo tenemos boca y dientes, ¿por qué no hemos de poder comer esas manzanas?Otras veces lo que se pregunta es: —Si no habíamos de poder comerlas, ¿por qué fueron creadas y puestas delante de nuestras narices? Y hasta el momento, Eva no ha logrado una respuesta satisfactoria. Con frecuencia ha querido decidirse a arrancar una manzana, y Adán la ha sujetado agarrándola por los cabellos y murmurando: —No, que no dejan. Pero en este día de agosto Adán duerme ajeno a cuanto ocurre a su alrededor, y si ella se atreviese...Se atreve. ¡Ya lo creo que se atreve! Las mujeres, como no tienen conciencia de nada, se atreven a todo. Y Eva se acerca al manzano. ¡Ah! ¡Qué emoción! Aquella emoción es tan viva y tan inédita que Eva se siente progresivamente satisfecha de su atrevimiento. Alarga una mano; un levísimo tirón, y ¡zas!: la manzana es suya. Hay historiadores que afirman que al coger la manzana, Eva estuvo jugando con ella un rato. No es cierto; lo sé de buena tinta. En cuanto la tuvo en su poder lo que hizo Eva fue hincarle el diente. Mordió, masticó, tragó por último…Y ¡oh!… ¿Qué brusco cambio notó dentro de sí? Todo lo del Paraíso tomó para ella distinto color. Se dio cuenta por primera vez de que la vegetación era prodigiosa; oyó como una suave música la brisa que se desperezaba a lo largo de tanto árbol de tan diferente género; aspiró dulcísimamente los mil perfumes que se producían en aquel maravilloso jardín y el aire, cargado de esencia de lilas, de rosas y de azahar, lleno de las emanaciones excitantes del acónito, de las adormideras, de los narcisos, de la valeriana —la cual asomaba por doquier sus hojas, como orejas de macho cabrío—, el aire, que pasaba y repasaba voluptuoso sobre los naranjos, sobre los kakhis, sobre los macizos de claveles negros, y se filtraba por entre las ramas de las acacias y sacudía los matorrales de yerbabuenay de malvavisco y se rizaba repetidamente también en torno a aquel predilecto pino-para-sol, ese aire «paradisíaco» entró como un veneno sutil y delicioso en los pulmones de Eva; todo su soberbio cuerpo desnudo pareció esponjarse; le asaltaron furias de correr, de gritar, de reír… Y nació en ella la alegría, mezclada con un deseo de llanto inexplicable.Vio entonces Eva que todo era allí hermoso: el Cielo y la Tierra. Notó entonces que el sol moldeaba con ardorosa caricia sus caderas y sus senos. Admiró por  primera vez las curvas ágiles de las gacelas, de los caballos, de los ciervos, y se dio cuenta de que el tigre era flexuoso y el león, intrépido, y la jirafa, altiva, y el toro, arrollador, y las aves, veloces, y Adán, un tío con toda la barba. Y movida por no supo nunca qué íntimo impulso, todavía con la manzana mordisqueada en la mano, Eva volvió al lado de Adán, se plegó contra él, imitando, sin pretenderlo, la flexuosidad que acaba de advertir en el tigre, y cruzó sus brazos alrededor del cuello de su compañero y lo besó largamente, profundamente en la boca. Adán se despertó. Todos hubiéramos hecho lo mismo en su caso.

 Se despertó Adán y no dijo «¿dónde estoy?», ¿pues en qué otro lugar que no fuera el Paraíso podía estar él?, sino que indagó de Eva: —¿Qué te pasa? Eva no respondió. Volvió a besarlo. Lo besó con un beso todavía más profundo que el anterior; lo besó con un beso tan extraordinariamente profundo, que un pedacito de manzana, que ella conservaba aún en su boca, pasó a la boca de Adán.Y Adán comió aquel pedacito de «no sabía qué».  Así fue, señores, y no de otra manera, cómo Eva le dio a Adán la manzana; se la dio como los novios se dan los bombones cuando nadie les espía; como los recién casados se dan los postres durante la luna de miel; como únicamente podía dársela, para que él —más noble, más sencillo, más respetuoso siempre que ella con las leyes— se decidiese a aceptarla. En cuanto a las consecuencias, imagino que ya las adivináis… No bien hubo probado a su vez la manzana, Adán notó dentro de sí la misma variación que había notado Eva y se vio invadido de idéntico sentimiento que a ella le invadiese. Y ahora, al recibir un tercer beso de Eva, Adán no le preguntó ya: —¿Qué te pasa? sino que susurró: — ¡Vida mía’ Y la devolvió mil por uno.¡Qué día! ¡Ah, qué día y qué noche de entusiasmo recíproco, de delirio, de frenesí’…¿Os han comprado, de niños, una bicicleta? Cuando, de niño, le compran a uno una bicicleta, no se abandona la bicicleta más que el tiempo justo para comer; y aun durante la comida se tienen los ojos clavados en el artefacto, introducido previamente en el comedor con tal objeto. Y en sueños se sigue viendo la bicicleta, y se despierta uno a medianoche para comprobar que continúa allí, y manosearla de nuevo, y de nuevo dirigirle ardientes miradas de posesión…Pues eso fue el amor para Eva y Adán: una bicicleta con dos sillines. No bien aquella manzana del Bien y del Mal les abrió los ojos a las cosas del Mundo —y les permitió ver el mundo con los ojos de los sentidos— Adán y Eva circunscribieron sus actividades a amarse, a amarse, a amarse, a amarse, entre palabras tiernas y gemidos de gozo. Eso era el Bien. Pero al amanecer del otro día, fatigados, insomnes, con los músculos relajados, el corazón de plomo, los nervios asténicos y la lengua de estopa, hartos uno de otro, ahítos del exceso, Adán y Eva se miraban ya con odioEso era el Mal. Y el Supremo Hacedor vio claramente que Eva y Adán conocían el Mal y el Bien. Esto es: que habían comido la manzana.¿Para qué daros cuenta de la expulsión del Paraíso, de aquel primer desahucio que ha registrado la Historia? Todos conocéis el argumento…Todos sabéis cómo Adán echó la culpa a Eva, y cómo Eva —inventando la trola de que el animal había hablado—, echó a su vez la culpa a la serpiente. ¿El resultado? Que la serpiente, que hasta entonces andaba a saltos, fue condenada a andar arrastrándose. Que Adán y Eva hubieron de someterse a sufrir: ella, ganando el pan con el sudor de su frente; y él, pariendo sus hijos con dolor…Bueno: al revés…Y que un ángel, señalándoles la puerta con una espada de fuego, les dijo: —Por ahí se va a la calle, niños. En fin: un desastre.

Hemos lanzado ya nuestra segunda ojeada al Paraíso Terrenal. ¿Qué consecuencia sacamos de ella? La siguiente: QUE A PARTIR DE LA DEGUSTACIÓN GRATUITA DE LA MANZANA DEL BIEN Y DEL MAL,

EN EL MUNDO EXISTÍA UN NUEVO RESORTE VITAL: EL SEXO.

O, lo que es lo mismo, que el Universo se apoyaba ya en dos columnas:
ESTÓMAGO y SEXO.
Es decir:
NECESIDADES GROSERAS DEL CUERPO NECESIDADES DEL CUERPO EN SU RELACIÓN CON EL ALMA.
OJEADA AL PERIODO POST-PARAD1SIACO
He aquí que Adán y Eva se han multiplicado prodigiosamente. Y sus hijos, y los hijos de sus hijos, y los hijos de los hijos de sus hijos pueblan la Tierra. El Supremo Hacedor ha obsequiado a la humanidad con aquel baño internacional en piscina que fue el Diluvio. Se ha inaugurado, al pie de la torre deBabel, la primera Escuela Berlitz. Ha funcionado en dos ciudades —Sodoma y Gomorra— la calefacción central. La vida se ha hecho más fácil, más cómoda y más divertida que lo era a raíz del desahucio del Paraíso. Ya han visto la luz pública importantes inventos, tales como la cama, el carro de bueyes, los platos, los pucheros, los vestidos, el arado, la barca de vela, el adulterio, las armas, la manteca, el queso, el asesinato por la espalda, el rimmel, la poesía lírica, la usura al 60 por 100 y la albarda para el 80 por 100 de los burros. Ya se conocen la noria, la máquina de tostar café, la esclavitud, el espejo, las agencias de matrimonios, los Mandamientos de la Ley de Dios, la traición, la linterna sorda, los abortivos y el juego del marro. Ya los hombres luchan, pelean, guerrean, mueren y matan por unos palmos de terreno. Ya existe la desigualdad, Y la política. Y la diversidad de religiones. Y el impuesto de inquilinato. Pero aún no se ha inventado lo que verdaderamente va a revolucionar el mundo…Hasta que un día cierto patriarca se queda un rato pensativo.¿En qué piensa? Piensa en las dificultades comerciales. Hasta el presente la humanidad ha vivido cambiando unas cosas por otras con arreglo a las necesidades del momento, recibiendo un par de huevos frescos por un látigo; tres gallinas por una túnica; una hija por dos rebaños de cabras… Y el patriarca calcula que, dado el gran y universal valor que tiene el oro, dado el entusiasmo con que todo el mundo recibe este metal cuando se lo entregan en un cambio, acaso simplifique la vida no cambiar unas cosas por otras, sino cambiarlas todas por ese oro tan apreciado…Y el patriarca corta unas barras de oro en redondelitos. Y extiende la invención. Y ve que el éxito le acompaña. Y ya no vuelve a cambiar una hija por dos rebaños de cabras: ahora cambia sus hijas por media docena de redondelitos…(Como harán miles de años después, en pleno siglo XX, con sus hijas muchos otros patriarcas.)A partir de esa invención del patriarca pensativo, los redondelitos de oro animan el Universo con una nueva fiebre. Se sufren, por lograrlos, humillaciones y trabajos sin número. Se engaña, se traiciona, se muere, se mata, se asesina por ellos. En suma: el nombre comienza a hacer tales bestialidades, tales suciedades, tales vilezas, que alcanza su periodo esplendoroso de desarrollo humano.

Hemos lanzado ya nuestra ojeada al período post-paradisíaco.¿Qué consecuencia sacamos de ella? La siguiente: QUE A PARTIR DEL INVENTO DEL PATRIARCA PENSATIVO, EN EL MUNDO EXISTÍA UN NUEVO RESORTE VITAL: EL DINERO.

O, lo que es lo mismo, que el Universo se apoyaba ya en tres columnas:
ESTÓMAGO, SEXO y DINERO.
Es decir: NECECIDADES DEL CUERPO, NECESIDADES DEL CUERPO EN SU RELACIÓN CON EL ALMA Y PODER POSEEDOR-DOMINADOR ABSOLUTO.
Si os apetece leer la novela, podéis hacerlo aquí. Aunque en papel mola más…

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Anoche me ocurrió algo muy curioso, me vino a la memoria de repente un libro que hace tiempo compré, quizá unos diez años, y que ya leí en su día, pero que como os podréis imaginar, no me acordaba de nada y más teniendo en cuenta que dicho libro “La Huerta del Edén”  es una selección de artículos que publicaba en la sección de Andalucía de “El País” Antonio Muñoz Molina. Como la cubierta del libro es de un indiscreto tono amarillo, mi vista lo localizó rápidamente en la estantería donde dormitaba plácidamente entre otros cuantos. Pero lo que me emocionó fue que al abrirlo lo hice justo por una página en que comenzaba un artículo titulado “Catorce de Abril”. Por supuesto lo leí con cara de sorpresa por la coincidencia, ese y alguno que otro más, porque Muñoz Molina con la magia de sus palabras y dos de sus párrafos ya me tiene atrapada.

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Pensé que era un buen día para dejaros aquí un fragmento de los pensamientos y palabras que contiene este artículo.

…”En los tristes años cincuenta ir a visitar a Pío Baroja un día de abril y oler el césped en los jardines y el polen en el aire de seda, era celebrar en secreto el advenimiento de la Segunda República, y también imaginar que igual que volvían las hojas anchas de los castaños y las corolas de los tulipanes a los jardines públicos, también volvería alguna vez la bandera roja, amarilla y morada del catorce de abril.

De una manera íntima, casi siempre en privado, los republicanos españoles seguimos celebrando nuestra fiesta nacional, y en medio del energumenismo de banderas y de banderazos que se agita en todas partes erigimos esa bandera tricolor que tiene toda la poesía de lo perdido y de lo inútil, toda la belleza de su afirmación de un patriotismo no basado en la xenofobia, ni en la irracionalidad, ni en la más burda antropología inventada, sino en los pocos principios que desde el siglo XVIII han vuelto menos inhabitable el mundo: la libertad, la igualdad, y la fraternidad, la primacía de la razón frente a la fuerza, la instrucción pública, el laicismo, exactamente todo aquello que menos importa ahora a quienes se dedican a la política, que son capaces de acceder a los cambalaches más ruines a cambio de un poco de poder.

Ahora que hay tantas fiestas y tantas conmemoraciones, algunos vindicamos cada catorce de abril el modesto y minoritario derecho a emocionarnos con el recuerdo de las muchedumbres ilusionadas y joviales que llenaron aquel día todas las plazas españolas. Nadie es más respetuoso que un laico hacia las convicciones religiosas o morales de los demás. Pero, en mi condición de laico, yo espero no molestar a nadie si digo que entre tantas fiestas y procesiones y efemérides tengo nostalgia de una fiesta serena y civil, y defiendo, por lo tanto, con todo respeto, pero también con toda claridad, la separación estricta entre los poderes públicos y las actividades religiosas. No hago por cierto, una declaración jacobina y ni siquiera republicana: es la constitución de 1978 la que establece la no confesionalidad del estado.”…

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Fragmento de “Catorce de Abril”
Antonio Muñoz Molina, 1996

Por las azoteas – Julio Ramón Ribeyro y Nino PiPPa


Gracias a un amigo he descubierto al que fue uno de los narradores peruanos más notables del siglo XX; Julio Ramón Ribeyro, su obra cuentística, sobre todo, es de las más fecundas y significativas. Buena parte de ella, sin embargo, fue escrita y publicada discretamente, sin recibir la atención y el reconocimiento que merecía.

Escritor marginado, exiliado (física y existencialmente hablando) que escribe por placer (sin pretenciones morales o sociales), que desaprueba la experimentación, abdica de las ideologías, que es ecléctico en cuanto a las teorías estéticas, sobrio en su presentación formal, que huye de lo institucional con todos los sentidos de la vida y el pensamiento, que desconfía de la revolución y sus buenas intenciones y métodos; en pocas palabras, Ribeyro es tan desarraigado como sus personajes, y privilegia únicamente la relación con su propia interioridad.

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Sobre sí mismo nos dijo palabras como:

«Escritor discreto, tímido, laborioso, honesto, ejemplar, marginal, intimista, pulcro, lúcido: He allí algunos de los calificativos que me ha dado la crítica. Nadie me ha llamado nunca gran escritor. Por que seguramente no soy un gran escritor».

«El hombre es un animal solitario, si cree en algo se engaña, si procura algo fracasa, la vida es un proceso irremediablemente destructivo; la historia de la humanidad un melancólico disparate. «La vida no tiene sentido y, por tanto, no hay que empeñarse en buscarlo.»

Aquí os dejo un bonico cuento, que podéis adaptar a vuestra miopía…

 

Y para ilustrar este texto de azoteas os dejo a Nino Pippa un pintor italiano, nacido en Cerdeña, que me ha atrapado con sus alegres y coloridas calles venecianas.

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Le toca el turno a mi padre


Como ya viene a ser tradición, aquí os dejo otro de los varios y desvariados relatos de Pedro, ese señor murciano de nariz aguileña que dice ser, y no me cabe la menor duda, mi padre.  Las ilustraciones y fotografías que he elegido para el texto son de Alessandro Bavari,

Lo que a continuación voy a escribir, es la historia de una niña. Cuando ésta sea leída, si comprenden que no tiene sentido algo de lo narrado, ruego sepan disculparme, ya que no soy escritor, sino simplemente un aficionado, por cuyo motivo todo lo que plasmo es producto de mi calenturienta mente.

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La vida de esta niña fue tan breve, que un relámpago podría contarla, pero voy a extenderme un poco con el fin de relatar todo lo sucedido.

PASTORA

Nació pobre, en una casa de familia humilde. Apenas fue mayorcita para poderle confiar alguna tarea,  sus padres la enviaron lejos, a la cima de un monte, con una familia que cuidaba un gran terreno, y allí pasó todos los años que le quedaban por vivir.
Su trabajo consistía en cuidar ovejas y cabras, nada más, y esto era un sufrimiento para ella. Se levantaba antes de que naciera un nuevo día, daba igual que lloviese o nevase. En el zurrón le echaban un trozo de pan y un poco de tocino o bacalao y con eso debía alimentarse hasta el ocaso.
El viento de las alturas, el miedo a la soledad, la fatiga de las cuestas empinadas y las zarzas malas, el regreso triste en la oscuridad; todo le parecía tristeza y sacrificio.

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Fue creciendo, todos los que la conocían pensaban que llegaría a ser una hermosa mujer. Pero ella no podía contemplarse en un espejo, ya que carecía del mismo. Su bello rostro se lo contemplaba en los espejos de las aguas y de los charcos que quedaban en los campos después de las lluvias. Sus únicas joyas eran las flores. De las mismas se hacía brazaletes y se los ponía en sus muñecas, al cuello como gargantillas y alrededor de la cabeza como coronas.

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Ninguna música le consolaba el corazón, excepto el canto de los pájaros, y sin embargo le parecía padecer. Soñaba fortunas lejanas e imposibles, fugas al mundo, revanchas contra su suerte.

En invierno había fiestas en la casa, pero ella se sentaba junto al fuego absorta y encantada, y las danzas más alegres le parecían lamentos de almas perdidas, lamentos de cautivos y casi recrudecían su precoz tristeza.

Con el paso del tiempo, ella misma se dio cuenta de que aquellos años pudieron ser felices. Y sólo ahora reconocía que había sido inmensamente feliz.

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Recordaba algunas alboradas límpidas y frías, todas vibrantes de rocío y de gotas, con una luz inocente y poderosa que hacía preciosos hasta los guijarros de los caminos y los troncos expoliados. Recordaba algunos ocasos divinos de otoño a través de los castaños solemnes y de las rocas blancas frente a un cielo que, desde el rosa encendido se desvanecía en el verde desmayado; y las montañas vecinas, altas y negras, parecían orladas de oro viejo.

-¡Recuerdo las praderas floridas rojas, verdes y amarillas, de blancos y azules bajo el claro sol de junio!-se decía a sí misma.

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Recordaba las oraciones y las canciones cantadas por ella en competencia con los vientos sobre las colinas soleadas, los regresos alegres de la misa, el saludo de la luna nueva en las noches cálidas, los saltos de los corderillos destetados, las procesiones de primavera entre el olor de las retamas.

Fué feliz sin saberlo, porque no había sabido serlo….

Demasiado tarde apreció estos placeres, pues pronto una enfermedad le dio muerte. Murió sola sin haber conocido el pecado, ni apreciado la felicidad.

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InStRuCCioneS para SalvaR el munDo


He leído algunos libros de Rosa Montero, y es una de las escritoras que más me gusta. En este viaje me acompaña con su último libro. El lagart@ que ilustra su portada con la intención de salirse de ella, me llamó desde el estante de una librería y se vino conmigo. Ahora duerme a mi lado, hasta que me cuente toda la historia que trae con él.  Después, tomará otros rumbos…

“Casi se le había olvidado cómo era eso de tener sentimientos, porque llevaba demasiado tiempo anestesiado.  Un día advirtió que se había quedado sin emociones; se le habían ido cayendo a lo largo de la vida de manera imperceptible pero continuada, exactamente igual que los pelos habían ido desertando de su cabeza por medio de una fuga capilar cobarde y sigilosa. También esa pérdida la descubrió de golpe cuando, al mirarse por casualidad en un espejo del probador de unos grandes almacenes, vio con horror que tenía un redondel tan despeluchado en la coronilla que se le transparentaba el mondo cuero del cráneo. Pues bien, con las emociones le había ocurrido lo mismo. Un día se había mirado por puro azar en el espejo de su intimidad y se había dado cuenta de que, allí donde antes hubo nervios y deseos punzantes y esperanzas, ahora sólo había una especie de sopor. Una plúmbea calvicie sentimental.

A decir verdad, no entendía muy bien lo que le había pasado. Su vida no había sido ni especialmente mala ni especialmente dura, y no había nada que pudiera justificar el creciente desaliento de las cosas. ¿Adónde se había ido la alegría del mundo?”

Fragmento del libro “INSTRUCCIONES para SALVAR EL MUNDO”. Rosa Montero.

“Si ya no te quedan más lágrimas, no llores, ríe.

SHLOMIT LEVIN.

TieRRa X meDio


Mañana salgo de viaje a lugares que nunca he visto. Distintos paisajes, distintos olores, distintas culturas, distintas gentes…en fin, hay que irse…

«Hay que irse de vez en cuando, aunque sólo sea unos pocos días, el tiempo preciso para respirar de otro modo, para mirar otra luz y escuchar otras voces. No hace falta viajar a lugares remotos, ni intentar perderse en paraísos tropicales con lujo de postal. Ni siquiera es preciso irse para mucho tiempo. Basta irse unos días,  encontrarse al anochecer en un tren nocturno, adormecerse con sus golpes rítmicos sobre las vías y encontrar en la ventanilla, al abrir los ojos unas horas más tarde, un paisaje que parece la prolongación del sueño, una tierra distinta en la que está amaneciendo y donde los colores tienen con la primera luz del día un esfumado de distancia, de velocidad y de niebla.

Horas antes de salir, ya se ha apoderado de nosotros la emoción y el dinamismo del viaje, que es como un imán del porvenir, y nos parece que nos movemos por la casa o por la calle de siempre con una ligereza que nos distingue de antemano de quienes van a quedarse, lentos vecinos sedentarios que ni siquiera nos envidian. La última noche antes de la partida suele ser una noche de insomnio: el alma, la imaginación ya han emprendido el viaje, pero las horas siguen conservando la lentitud de los días normales, y el cuerpo cumple con desgana obstinada sus tareas de siempre, los automatismos y astucias que mañana ya no le servirán, porque los interruptores de la luz no estarán donde los busquen las manos, y ni el camino hacia el cuarto de baño ni la orientación de las ventanas se corresponderán con la geografía conocida de las cosas».

 

Texto recogido de «Antonio Muñoz Molina»

Fotografías de «Rosa Basurto»

Música de Silvio Rodríguez

El día feliz que está llegando

maCondo 20 caSaS de BaRRo y cañaBrava


Así empieza el libro del que más he disfrutado con su lectura, despertándome toda clase de emociones , desde la risa al llanto, pasando por todas las intermedias, y cada vez que leo la entrada de su primer capítulo me dan unas ganas trementas de leerlo por tercera vez, con la total seguridad de que volveré a emocionarme tanto como en la primera.

Una exposición sobre Gabo o Gabriel García Márquez,  reúne en el Centro Hispano Colombiano de Madrid 60 fotografías que muestran los primeros 55 años del escritor colombiano y que se podrá visitar hasta el 29 de agosto; un recorrido documental por la vida de García Márquez, desde su infancia en Aracataca hasta el momento en que recibió en premio Nobel (1982). La exposición muestra escenarios vitales del reconocido autor, así como a su entorno más íntimo.

    

 

 

 

 

 

 

 

 

Todas transmiten, a través del neutro blanco y negro, ternura y naturalidad.  Es una exposición hecha por un amigo y, por ello, quien se acerque no se encontrará un montaje de gran formato, sino una muestra de gran significado.

 Paralelamente a la exposición, se proyectará el documental «Buscando a Gabo», del realizador colombiano Luis Fernando «Pacho» Bottia, otra oportunidad, a través de 50 minutos de metraje, de acercarse a la vida del Nobel de Literatura.

cuanDo la cásCara enVejece


Articuento de Juan José Millás

Ánimo


Tomo notas, indistintamente, con un bolígrafo o con un lápiz colocados junto al ordenador, sobre un cuaderno escolar, de rayas. Al lápiz hay que sacarle punta de vez en cuando, lo que constituye una actividad artesanal que sirve también para la reflexión. Pero la diferencia más notable entre él y el bolígrafo es su modo de perecer. El bolígrafo no cambia de apariencia ni siquiera cuando se encuentra en las últimas. Y deja un cadáver tan curioso que nadie diría que está muerto si no fuera porque no pinta nada ya, aunque resucite a veces de improviso y trace un par de líneas, incluso un párrafo, antes de volver a expirar. La gente se resiste a desprenderse de los bolígrafos vacíos porque continúan como nuevos. Sólo se consumen por dentro, en fin, y siempre se acaban a traición, como el butano. El lápiz, en cambio, agoniza por dentro y por fuera a la vez, y deja un cadáver mínimo, un detrito del que uno se deshace sin ningún sentimiento de culpa. Punto y aparte.


La naturaleza presenta casos semejantes al del bolígrafo. Ahí está el caracol, que envejece sin una sola arruga exterior, sin un fruncido. Y no hay que sacarle punta cada poco: él mismo, mientras vive, asoma los cuernos al sol, caracol quiscol, y una vez muerto, si te encuentras la concha en un tiesto o en el agujero de un árbol, la guardas en el bolsillo y al llegar a casa la colocas junto a los bolígrafos difuntos. Tenemos una pasión curiosa por la cáscara, de ahí la afición a las cajas, sobre todo a las cajas fuertes. Hay personas que coleccionan pastilleros vacíos, que viene a ser lo mismo que guardar bolígrafos sin tinta, con los que sólo se pueden escribir poemas inexistentes, que muchas veces son los mejores.
Pese a todo, tal vez sea más digna la actitud existencial del lápiz que la del bolígrafo, la de la babosa que la del caracol, aunque no dejen cáscara para los arqueólogos. Conviene sacarse punta cada mañana, pese al espanto de ver cómo se agota uno. Lo complicado de sacarse punta es saber cuánto te tienes que afilar para escribir lo suficientemente claro sin romperte antes de que hayas acabado la novela o la vida. Pero eso constituye un ejercicio de conciencia, y quizá de consciencia, bastante saludable.

Ánimo.