OJEADA AL PARAISO TERRENAL, prólogo de ¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?


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OJEADA AL PARAÍSO TERRENAL, de Enrique Jardiel Poncela.
Estamos en aquella época magnifica en que el Supremo Hacedor concluye de dar los últimos toques a su Paraíso Terrenal, el Parque Zoológico más completo que ha habido. Seres de infinitas cataduras y especies circulan por los enarenados senderos.Todos los animales que hoy conocemos y miles de ellos que no conocemos en absoluto, andan de un lado para otro sin causarse daño entre sí, porque se les ha dado orden de ser formales. De vez en cuando al león (por ejemplo) le entran ganas de comerse al cordero: pero la leona, la tierna y dulce leona, está allí para impedirlo, pasándole suavemente una garra por la melena y diciéndole: — Vamos, vamos… Tranquilízate. ¿No comprendes que si te meriendas al cordero, la cordera va a sufrir horrorosamente? Además, a las doce nos traerán la comida. Son ya las once y media… Ten paciencia, querido mío…Y el león, resignado, se tumba y, como un albañil, espera a que den las doce.
* * *
Otras veces es el mammuth, que se mete en el estanque de los patos y organiza un tumulto de aleteos y graznidos, hasta que —afeado en su proceder por los demás compañeros de pensión— se decide a salir de aquellas aguas ajenas con sus andares bamboleantes de señora gorda.
* * *
Y otras veces es el dinaterio,  que le planta una pataza encima al galápago. ..
* * *
Y otras veces es el mono, que trepa a la copa de un árbol llevándose  el cuello una de las chisteras que utiliza la foca para sus juegos circenses...
* * *
Y otras veces —en fin— no son los animales, sino los ángeles —los hermosos ángeles que, espada de fuego en mano, hacen la guardia del Paraíso— los que provocan,sin querer, tal o cual incendio en la maleza con el fuego de las espadas, incendios que apagan los elefantes echando agua por sus trompas, y los bisontes galopando repetidamente sobre las brasas…
* * *
Pero, fuera de esos pequeños incidentes, todo marcha bien en el Paraíso. En un rincón, a la sombra de un hermoso pino-para-sol, el hombre y la mujer  bostezan y trasiegan plátanos. Como viven continuamente a la intemperie, la piel de ambos es áspera, rugosa ya parece cubierta de vello; como sólo son una “materia prima de hombre” y una «materia prima de mujer» (es decir: como todavía no han sido desbastados ni refinadas por el trabajo), las formas de sus cuerpos están groseras y toscas; como aún no han gustado el arrope del placer ni el bitter del dolor, en la expresión de sus ojos no hay más que bestialidad y opacidad; como todavía no poseen noción del Bien ni del Mal, en fin,tienen cara de idiotas. ¡Oh! ¡Qué diferencia de este Adán y esta Eva legítimos y verdaderos al Adán y la Eva que —miles de años después y sin saber lo que se hacen— van a pintar Rubens y Tiziano! Los demás inquilinos del Paraíso, en todas sus escalas y órdenes, desde la lagartija hasta el ictiosaurio, desde la mariposa catagrama hasta el perisodáctilo, desde el infusorio hasta la ballena, desde el ratón hasta el diplodocus, los desprecian. Se sienten superiores al hombre y la mujer, y tienen razón en sentirse superiores, porque cada uno de ellos está totalmente formado y constituida mientras que aquel hombre y aquella mujer —en la infancia de su desarrollo espiritual— son sólo dos sombras vagas de lo que han de llegar a ser en lo porvenir y se parecen a una mujer y a un hombre futuros todo lo que un bizcocho que flota en natillas puede parecerse a un trasatlántico en ruta hacia Borneo.
***
Adán y Eva no saben nada de nada. ¡Qué negra existencia la suya! Si tuvieran noción del arte, esculpirían ellos también en barro; pero el SupremoHacedor no les ha trasmitido su facultad maravillosa. Si alguien les enseñase a saltar al «paso y la uva», saltarían al «paso y la uva»; pero nadie les enseña. Si sintieran el amor, se amarían, regañarían, se reconciliarían para volver a regañar y a reconciliarse; pero no sienten el amor aún…Hasta que un día, a Eva, se le abre la boca desmesuradamente, hace ¡aaaaaaah!…,y la cierra de nuevo.…Y desde entonces, además de comer, de beber y de tumbarse, Eva y Adán bostezan. Allá arriba, en el cielo, por encima de una nube grisácea, los mira el SupremoHacedor, y como Él sabe absolutamente todo cuanto va ocurrir en el mundo, sonríe al mirarlos y, volviéndose hacia uno de los ángeles de su Estado Mayor, murmura: —¡Y pensar que al cabo del tiempo, el fruto de lo que harán en la Tierra Adán, Eva y todos sus descendientes, será el que un tal Smith inventará la máquina de cortar jamón…!
 Ya hemos echado una ojeada al Paraíso Terrenal. ¿Qué consecuencia sacamos de ella? La siguiente:
QUE EN LOS ALBORES DE LA VIDA TERRENA, LO ÚNICO QUE SE HACÍA EN EL MUNDO ERA COMER, BEBER, TUMBARSE Y BOSTEZAR.
O, lo que es igual, que en un principio, el Universo aparecía apoyado en una sola columna. Estómago, sí…
ESTÓMAGO.
 Es decir:
NECESIDADES GROSERAS DEL CUERPO
***
NUEVA OJEADA AL PARAÍSO TERRENAL
Es un día, probablemente, de agosto. Todo duerme en el Paraíso, bajo esa asfixiante campana de máquina neumática que es la canícula. Apenas si suenan leves rumores hacia el ángulo del Noroeste, el lugar más fresco del Edén y que, por serlo, se ha destinado a los animales polares, tales como el oso blanco, el pingüino, la foca, la morsa, la ballena, el zorro, el reno, el narval, la gaviota. Los rumores están justificados; allá, en el Noroeste, se protesta el clima. Ya otras veces se ha protestado del clima en el ángulo del Noroeste, y el Supremo Hacedor ha hecho instalar un sistema de duchas de agua fría, que no por  primitivo es menos eficaz; mas —por desgracia— en esta época de sequía que ahora atraviesa toda la Mesopotamia los cuatro ríos que forman la Confederación Hidrográfica del Paraíso (plan Guadalhorce), han dejado temporalmente de discurrir y ya ni el Tigris, ni el Eufrates, ni el Araxes, ni el Pares, brindan su liquido al sistema de duchas del Noroeste. El oso polar está que ruge; no suda porque su piel no se lo consiente, que sino sudaría. De vez en cuando busca consuelo al terrible calor que sufre lamiendo las cañerías de las duchas; pero esta solución no le proporciona más que un alivio momentáneo y, en cambio, le deja en las fauces un sabor insoportable a cardenillo. La foca y la morsa lloran, la una lágrimas y la otra aceite. La ballena, con el depósito de sus surtidores también agotado, abre y cierra la bocaza desesperadamente. El reno y el zorro gris gruñen de un modo lánguido. El narval, varado entre juncos, intenta nadar en vano y acompaña sus esfuerzos de recios coletazos. la gaviota tridáctila mira tristemente a la gaviota de Ross suspirando: «¿Qué aguas podríamos rizar con nuestras alas?»
solo el pingüino sufre en silencio, serio, grave y correctísimo, por que desde que le han dicho que su plumaje blanco y negro le da el aspecto de un caballero vestido de «frac», no tiene otra idea que mantener la armonía de su figura. Y ya será bobo para «in eternum»…  En el resto del Edén, todo calla bajo un letargo profundo. Eva y Adán, siempre tumbados a la sombra del hermoso pino-para-sol, ni bostezan ni trasiegan plátanos. Adán duerme con un sueño sofocado y plomizo, y en cuanto a Eva, las manos cruzadas tras de la nuca, los riñones apoyados en el suelo, la pierna izquierda doblada y la derecha montada sobre la izquierda, balancea el pie ocioso, clava sus grandes ojos en la inmensidad de lo azul y riza el rizo con la imaginación. Reflexiona… ¡Lleva ya tanto reflexionado!… Piensa en las prohibiciones que les han sido impuestas a ella y a Adán. Desde la base de su pino-para-sol predilecto, Eva distingue, allá, a unos treinta metros, el manzano cuyos frutos no podrán tocar nunca, el manzano destinado a hacerse célebre en la historia de la Creación y de la Humanidad, el manzano de cuyo tronco pende un cartelito que dice, textualmente, en hebreo:
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Eva lleva ya muchos días obsesionada con las manzanitas del manzano, preguntándose mentalmente: —Si tanto Adán como yo tenemos boca y dientes, ¿por qué no hemos de poder comer esas manzanas?Otras veces lo que se pregunta es: —Si no habíamos de poder comerlas, ¿por qué fueron creadas y puestas delante de nuestras narices? Y hasta el momento, Eva no ha logrado una respuesta satisfactoria. Con frecuencia ha querido decidirse a arrancar una manzana, y Adán la ha sujetado agarrándola por los cabellos y murmurando: —No, que no dejan. Pero en este día de agosto Adán duerme ajeno a cuanto ocurre a su alrededor, y si ella se atreviese...Se atreve. ¡Ya lo creo que se atreve! Las mujeres, como no tienen conciencia de nada, se atreven a todo. Y Eva se acerca al manzano. ¡Ah! ¡Qué emoción! Aquella emoción es tan viva y tan inédita que Eva se siente progresivamente satisfecha de su atrevimiento. Alarga una mano; un levísimo tirón, y ¡zas!: la manzana es suya. Hay historiadores que afirman que al coger la manzana, Eva estuvo jugando con ella un rato. No es cierto; lo sé de buena tinta. En cuanto la tuvo en su poder lo que hizo Eva fue hincarle el diente. Mordió, masticó, tragó por último…Y ¡oh!… ¿Qué brusco cambio notó dentro de sí? Todo lo del Paraíso tomó para ella distinto color. Se dio cuenta por primera vez de que la vegetación era prodigiosa; oyó como una suave música la brisa que se desperezaba a lo largo de tanto árbol de tan diferente género; aspiró dulcísimamente los mil perfumes que se producían en aquel maravilloso jardín y el aire, cargado de esencia de lilas, de rosas y de azahar, lleno de las emanaciones excitantes del acónito, de las adormideras, de los narcisos, de la valeriana —la cual asomaba por doquier sus hojas, como orejas de macho cabrío—, el aire, que pasaba y repasaba voluptuoso sobre los naranjos, sobre los kakhis, sobre los macizos de claveles negros, y se filtraba por entre las ramas de las acacias y sacudía los matorrales de yerbabuenay de malvavisco y se rizaba repetidamente también en torno a aquel predilecto pino-para-sol, ese aire «paradisíaco» entró como un veneno sutil y delicioso en los pulmones de Eva; todo su soberbio cuerpo desnudo pareció esponjarse; le asaltaron furias de correr, de gritar, de reír… Y nació en ella la alegría, mezclada con un deseo de llanto inexplicable.Vio entonces Eva que todo era allí hermoso: el Cielo y la Tierra. Notó entonces que el sol moldeaba con ardorosa caricia sus caderas y sus senos. Admiró por  primera vez las curvas ágiles de las gacelas, de los caballos, de los ciervos, y se dio cuenta de que el tigre era flexuoso y el león, intrépido, y la jirafa, altiva, y el toro, arrollador, y las aves, veloces, y Adán, un tío con toda la barba. Y movida por no supo nunca qué íntimo impulso, todavía con la manzana mordisqueada en la mano, Eva volvió al lado de Adán, se plegó contra él, imitando, sin pretenderlo, la flexuosidad que acaba de advertir en el tigre, y cruzó sus brazos alrededor del cuello de su compañero y lo besó largamente, profundamente en la boca. Adán se despertó. Todos hubiéramos hecho lo mismo en su caso.

 Se despertó Adán y no dijo «¿dónde estoy?», ¿pues en qué otro lugar que no fuera el Paraíso podía estar él?, sino que indagó de Eva: —¿Qué te pasa? Eva no respondió. Volvió a besarlo. Lo besó con un beso todavía más profundo que el anterior; lo besó con un beso tan extraordinariamente profundo, que un pedacito de manzana, que ella conservaba aún en su boca, pasó a la boca de Adán.Y Adán comió aquel pedacito de «no sabía qué».  Así fue, señores, y no de otra manera, cómo Eva le dio a Adán la manzana; se la dio como los novios se dan los bombones cuando nadie les espía; como los recién casados se dan los postres durante la luna de miel; como únicamente podía dársela, para que él —más noble, más sencillo, más respetuoso siempre que ella con las leyes— se decidiese a aceptarla. En cuanto a las consecuencias, imagino que ya las adivináis… No bien hubo probado a su vez la manzana, Adán notó dentro de sí la misma variación que había notado Eva y se vio invadido de idéntico sentimiento que a ella le invadiese. Y ahora, al recibir un tercer beso de Eva, Adán no le preguntó ya: —¿Qué te pasa? sino que susurró: — ¡Vida mía’ Y la devolvió mil por uno.¡Qué día! ¡Ah, qué día y qué noche de entusiasmo recíproco, de delirio, de frenesí’…¿Os han comprado, de niños, una bicicleta? Cuando, de niño, le compran a uno una bicicleta, no se abandona la bicicleta más que el tiempo justo para comer; y aun durante la comida se tienen los ojos clavados en el artefacto, introducido previamente en el comedor con tal objeto. Y en sueños se sigue viendo la bicicleta, y se despierta uno a medianoche para comprobar que continúa allí, y manosearla de nuevo, y de nuevo dirigirle ardientes miradas de posesión…Pues eso fue el amor para Eva y Adán: una bicicleta con dos sillines. No bien aquella manzana del Bien y del Mal les abrió los ojos a las cosas del Mundo —y les permitió ver el mundo con los ojos de los sentidos— Adán y Eva circunscribieron sus actividades a amarse, a amarse, a amarse, a amarse, entre palabras tiernas y gemidos de gozo. Eso era el Bien. Pero al amanecer del otro día, fatigados, insomnes, con los músculos relajados, el corazón de plomo, los nervios asténicos y la lengua de estopa, hartos uno de otro, ahítos del exceso, Adán y Eva se miraban ya con odioEso era el Mal. Y el Supremo Hacedor vio claramente que Eva y Adán conocían el Mal y el Bien. Esto es: que habían comido la manzana.¿Para qué daros cuenta de la expulsión del Paraíso, de aquel primer desahucio que ha registrado la Historia? Todos conocéis el argumento…Todos sabéis cómo Adán echó la culpa a Eva, y cómo Eva —inventando la trola de que el animal había hablado—, echó a su vez la culpa a la serpiente. ¿El resultado? Que la serpiente, que hasta entonces andaba a saltos, fue condenada a andar arrastrándose. Que Adán y Eva hubieron de someterse a sufrir: ella, ganando el pan con el sudor de su frente; y él, pariendo sus hijos con dolor…Bueno: al revés…Y que un ángel, señalándoles la puerta con una espada de fuego, les dijo: —Por ahí se va a la calle, niños. En fin: un desastre.

Hemos lanzado ya nuestra segunda ojeada al Paraíso Terrenal. ¿Qué consecuencia sacamos de ella? La siguiente: QUE A PARTIR DE LA DEGUSTACIÓN GRATUITA DE LA MANZANA DEL BIEN Y DEL MAL,

EN EL MUNDO EXISTÍA UN NUEVO RESORTE VITAL: EL SEXO.

O, lo que es lo mismo, que el Universo se apoyaba ya en dos columnas:
ESTÓMAGO y SEXO.
Es decir:
NECESIDADES GROSERAS DEL CUERPO NECESIDADES DEL CUERPO EN SU RELACIÓN CON EL ALMA.
OJEADA AL PERIODO POST-PARAD1SIACO
He aquí que Adán y Eva se han multiplicado prodigiosamente. Y sus hijos, y los hijos de sus hijos, y los hijos de los hijos de sus hijos pueblan la Tierra. El Supremo Hacedor ha obsequiado a la humanidad con aquel baño internacional en piscina que fue el Diluvio. Se ha inaugurado, al pie de la torre deBabel, la primera Escuela Berlitz. Ha funcionado en dos ciudades —Sodoma y Gomorra— la calefacción central. La vida se ha hecho más fácil, más cómoda y más divertida que lo era a raíz del desahucio del Paraíso. Ya han visto la luz pública importantes inventos, tales como la cama, el carro de bueyes, los platos, los pucheros, los vestidos, el arado, la barca de vela, el adulterio, las armas, la manteca, el queso, el asesinato por la espalda, el rimmel, la poesía lírica, la usura al 60 por 100 y la albarda para el 80 por 100 de los burros. Ya se conocen la noria, la máquina de tostar café, la esclavitud, el espejo, las agencias de matrimonios, los Mandamientos de la Ley de Dios, la traición, la linterna sorda, los abortivos y el juego del marro. Ya los hombres luchan, pelean, guerrean, mueren y matan por unos palmos de terreno. Ya existe la desigualdad, Y la política. Y la diversidad de religiones. Y el impuesto de inquilinato. Pero aún no se ha inventado lo que verdaderamente va a revolucionar el mundo…Hasta que un día cierto patriarca se queda un rato pensativo.¿En qué piensa? Piensa en las dificultades comerciales. Hasta el presente la humanidad ha vivido cambiando unas cosas por otras con arreglo a las necesidades del momento, recibiendo un par de huevos frescos por un látigo; tres gallinas por una túnica; una hija por dos rebaños de cabras… Y el patriarca calcula que, dado el gran y universal valor que tiene el oro, dado el entusiasmo con que todo el mundo recibe este metal cuando se lo entregan en un cambio, acaso simplifique la vida no cambiar unas cosas por otras, sino cambiarlas todas por ese oro tan apreciado…Y el patriarca corta unas barras de oro en redondelitos. Y extiende la invención. Y ve que el éxito le acompaña. Y ya no vuelve a cambiar una hija por dos rebaños de cabras: ahora cambia sus hijas por media docena de redondelitos…(Como harán miles de años después, en pleno siglo XX, con sus hijas muchos otros patriarcas.)A partir de esa invención del patriarca pensativo, los redondelitos de oro animan el Universo con una nueva fiebre. Se sufren, por lograrlos, humillaciones y trabajos sin número. Se engaña, se traiciona, se muere, se mata, se asesina por ellos. En suma: el nombre comienza a hacer tales bestialidades, tales suciedades, tales vilezas, que alcanza su periodo esplendoroso de desarrollo humano.

Hemos lanzado ya nuestra ojeada al período post-paradisíaco.¿Qué consecuencia sacamos de ella? La siguiente: QUE A PARTIR DEL INVENTO DEL PATRIARCA PENSATIVO, EN EL MUNDO EXISTÍA UN NUEVO RESORTE VITAL: EL DINERO.

O, lo que es lo mismo, que el Universo se apoyaba ya en tres columnas:
ESTÓMAGO, SEXO y DINERO.
Es decir: NECECIDADES DEL CUERPO, NECESIDADES DEL CUERPO EN SU RELACIÓN CON EL ALMA Y PODER POSEEDOR-DOMINADOR ABSOLUTO.
Si os apetece leer la novela, podéis hacerlo aquí. Aunque en papel mola más…

Un hombre flaco


Un hombre flaco con muchos Cuentos

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Un hombre flaco

Por Daniel Titinger


Sobre Ribeyro ya se ha dicho y escrito mucho, aunque quizá nunca lo suficiente. Prueba de ello es Un hombre flaco, el extenso perfil sobre el autor de La palabra del mudo que Daniel Titinger publicará con Ediciones Universidad Diego Portales, de Chile. De ese libro, presentamos un adelanto de tres capítulos que nos permiten redescubrir imágenes inéditas del querido escritor.

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La fotografía es de mediados de 1994. Julio Ramón Ribeyro está de pie, en la terraza de su departamento de un sexto piso en el distrito de Barranco, en Lima. Parece una estaca con las manos en los bolsillos y mirando el mar. Se lo ve tan delgado que cualquier brisa lo podría alzar como un pañuelo. Sonríe o hace una mueca tímida con la boca, escondiendo los dientes amarillos por el tabaco, bajo esa nariz afilada como un anzuelo, bajo…

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Sámara. Antonio Muñoz Molina y Gavin StokeS


Si las cosas no tienen nombre uno no sabe verlas bien. En estos días el aire está lleno de esos frutos blancos de los olmos que giran en el aire como vendavales de confeti y se amontonan en las aceras y junto a las alcantarillas, confundiéndose a veces con los pétalos de las flores de los almendros, los manzanos y los cerezos. Es una nevada ligera de los días de sol, el despilfarro magnífico de la naturaleza, porque cada una de esas obleas amarillentas contiene la posibilidad íntegra de un olmo, las instrucciones cifradas en el ADN: millares, millones de olmos posibles, bosques que cubrirían continentes, flotando en el viento, arrastrados por el agua hacia las alcantarillas, picoteados por las palomas voraces de las aceras. El tejido seco que rodea la semilla favorece su dispersión por el aire. Pero esas obleas blancas o amarillas que relucen al sol tienen un nombre específico: sámaras. Lo he mirado en la enciclopedia y me doy cuenta de que lo sabía y lo había olvidado. La palabra vuela tan ligera y precisa como la cosa que nombra, impulsada por el acento en la primera sílaba: sámara. Uno guarda la palabra igual que guarda un puñado breve de sámaras, de olmos posibles, entre las hojas de un cuaderno.

Texto: Antonio Muñoz Molina

“Cómo matar al intermediario, limpiar la escena del crimen y encontrar una coartada creíble”


«renuncio a todo lo molesto y a todo lo incordioso y a todo lo burocrático y a todo lo extremadamente sigloveinte de mi oficio. Le digo chau, feliz de la vida y sin rencor, a los intermediarios que me obstaculizan la charla con los lectores. Chau publicidad, que te recorta la palabra; hasta nunca burocracia, que te distribuye mal y pronto; adiós y buena suerte ideología, que te despierta por la noche»

Poco después de despedirse de varias editoriales y periódicos con 1.400 palabras libres en su blog Hernán Casciari, junto a un grupo de amigos, ilustradores y escritores, crearon Orsai, una publicación cultural financiada por los lectores y sin publicidad, queriendo demostrar con ello  que la crisis de la industria no es económica, sino moral.

Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.

Internet llegó, hace un tiempo, para unirnos, para decirnos que se pueden hacer cosas juntos, sobre todo en la cultura que es la base fundamental de la complejidad de la mente”, asegura Hernán. “Estoy seguro que la industria de la cultura somos los autores y los lectores y nadie más; la otra industria, la que le teme a los cambios, la que intenta hacernos creer que internet es un lastre, la que rasguña y la que daña, se está muriendo, y la vamos a ver morir”..

La revista es muy, muy golosa. Se pueden ver los 4 números editados en formato virtual. Yo, después de darle un primer repaso rápido, me he quedado con unas tremendas ganas de verlas en detalle y lo voy a hacer.

Además si tenéis interés en apoyar el proyecto para siga funcionando y creciendo, podéis apretar en el botón sin terror.

Vía: Camino a Cagitán

The GaRden.


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Ben, echa de menos a su padre que, al encontrarse algo deprimido, se encierra en su habitación. Una noche, impulsado por la rabia, Ben decide hacer algo extraordinario para sacarle de su estado.
 
Director Peter Bunzl, Art Director Lois Hopwood, Music Bradley Miles. Director of photography Simon Vickery, Production Design Jane Linz Roberts, Script Maya Tzur & Peter Bunzl. The National Film and Television School. 2002
 

when the day bReakS. cuando Se Rompe el día


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Existen conexiones que nos unen con seres que nunca hemos tenido en cuenta.

Pero si uno de ellos desaparece, algo de nosotros desaparece también. Hasta que seas tú mismo el que lo haga.

Mientras tanto…desayunemos cada día, con la evidencia de que la elección de un movimiento determinado,  puede cambiar el rumbo de nuestras vidas para siempre. «El tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros. En uno de ellos soy su enemigo. «– Borges.

Wendy Tilby & Amanda Forbis
Canada
1999

Premios:

* Oscar mejor corto animado 1999 USA

* Palma de Oro Cannes FRANCIA, mejor corto

* Annecy International Animated Film Festival en Francia, que recogió dos premios: el Premio Mejor película animada y el Fipresci Gran premio del Jurado (Crítica Internacional de Cine)

* The New York Festivals , gran premio (films entre 6 y13 minutos)

* Festival internacional de animación, Australia, gran premio del jurado.

* Internationall Children’s Film Festival – GOLDFISH RUSIA, gran premio del jurado.2000

* Festival international d’animation Hiroshima – Japon gran premio del jurado.

* Festival international animación, Ottawa – Canada, Gran premio del jurado 2000

* Festival international animación CINANIMA, PORTUGAL, gran premio del jurado.2000

Los objetoS nos LLaman. JJ miLLás.


LOS ORÍGENES

«Escribir a la contra Cuando me pregunto si tuve buenos educadores, los imagino a ellos, a mis educadores, preguntándose si tuvieron buenos alumnos. En general, creo que fuimos muy malos los unos para los otros, pero ya no tiene remedio. Entre los que recuerdo, hay un profesor de literatura que nos mandaba hacer unas redacciones curiosísimas. Por ejemplo, si una película nos había gustado mucho, teníamos que decir lo contrario, pero argumentándolo de tal manera que ningún lector fuera capaz de descubrir si mentíamos o decíamos la verdad. Haciendo aquellas redacciones, me di cuenta de que muchas películas que creía que me habían gustado me parecían en realidad detestables. También aprendí que con un poco de talento y práctica se pueden defender las posturas más insostenibles. Todavía utilizo el método de aquel profesor, pues muchos de mis artículos están escritos directamente contra mí. Desconfío tanto de lo que pienso que sólo tengo la impresión de acertar cuando me contradigo.
Cierto día, aquel profesor nos mandó hacer una redacción sobre nuestros padres. Nos pidió que imaginá- 63 ramos que uno de los dos tenía que morir y nosotros debíamos decidir cuál. Durante el recreo, no se habló de otra cosa.

—Yo elegiría a mi padre —decía uno—, pero es el que trae un sueldo a casa.

—No te preocupes —replicaba otro—, que tu madre cobrará la pensión.

—¿Qué es la pensión? —preguntaba el de más allá.

Yo no sabía a cuál de los dos liquidar. Fantaseé con ambas posibilidades y elegí la que me producía más culpa, pues ya era un experto, o eso creía, en escribir en contra de mis intereses. Maté a mi padre, pues, y obtuve una nota de 9, la más alta de las conseguidas en toda mi vida. Gracias a ella, no suspendí por primera vez en todo el curso la literatura de ese mes. Mi padre me felicitó y me dio un beso. Me parecieron la felicitación y el beso de un condenado a muerte.

Arrastré esa culpa durante años, hasta que el azar y los síntomas me llevaron al diván del psicoanalista y averigüé que todo niño desea matar a su padre para poseer en exclusiva a su madre. Hice, pues, lo correcto y así me lo explicó mi psicoanalista, sugiriendo que no debía culparme por ello. De lo que me culpo ahora es de haber hecho lo previsible. No dejo de preguntarme si, en el caso de haber acabado con mamá, me habrían dado un 10, incluso una matrícula de honor».

Relato. LOS OBJETOS NOS LLAMAN

Juan José Millás

Qué vida. JJ miLLás. pintuRas Dan Witz


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Telefoneé a mi amiga Maruja y descolgó el jefe de seguridad de unos grandes almacenes. Mi amiga se había dejado el móvil en un probador. Llamé a Maruja al fijo y le pregunté dónde tenía el móvil. En el bolso, supongo, dijo ella. Búscalo, dije yo. Lo buscó sin hallarlo, entonces le conté, riéndome, que lo tenía el jefe de seguridad de unos grandes almacenes.

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Como notara al otro lado un silencio ominoso (qué rayos querrá decir ominoso) pregunté qué ocurría, y mi amiga me confesó que había robado una falda. Media falda en realidad, añadió, pues estaba rebajada. De repente, el móvil a secas se había convertido en el móvil del crimen. ¿Qué hacer? Telefoneé de nuevo al móvil de mi amiga y volvió a responder el jefe de seguridad. Mi amiga, dije, ha entrado en urgencias y está al borde de la muerte, de modo que me voy a acercar yo a recoger su móvil. ¿Y la falda?, dijo el jefe de seguridad. ¿Qué falda?, dije yo. La que ha robado su amiga, dijo él. Aquí, entre nosotros, dije yo, era una mierda de falda. Pues el móvil es una mierda de móvil, dijo él. Si le parece, dije yo, le devuelvo la falda de mierda, me devuelve la mierda de móvil y aquí paz y después gloria.

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El jefe de seguridad dudó unos instantes, luego bajó la voz, como con miedo a que le escucharan, y dijo que en el fondo él admiraba a la gente como mi amiga. Yo jamás me he atrevido a robar nada, añadió, lejos de eso me dedico a detener a la gente que roba, por lo que me detesto, me odio, no sé cómo he llegado a esta situación, me gustaría devolverle personalmente el móvil a su amiga. Ya le digo que está en el hospital, dije yo. Pero sé que es mentira, dijo él. Total, que esa noche, al salir del trabajo, fue a casa de Maruja a devolverle el móvil. Le llevó también una blusa estampada que era la primera cosa que lograba robar. Y ahora salen juntos, qué vida».

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Dan Witz

DesoLación de voLveR. a la Úbeda de MuñoZ MoLina


La primera vez que vi lo que habían hecho con esa plaza que era el corazón de mi ciudad se me puso en la garganta un nudo de congoja. Ahora vuelvo y la miro y la costumbre no mitiga el escándalo. Con la lógica peculiar de la renovación urbana, se ha considerado que en una ciudad donde hay varios meses de calores saharianos su plaza central no necesita árboles, salvo un par de naranjos escuálidos que difícilmente pueden prosperar en los inviernos mesetarios. A mediodía, desde mi esquina a la sombra, alzando los ojos del periódico, veo a la gente que se atreve a cruzar la plaza arriesgándose a un síncope, buscando a toda prisa el alivio de los soportales. Aparte de sus ventajas estéticas, el aparcamiento tiene la virtud práctica de atraer más tráfico hacia el centro de la ciudad, atascando las calles estrechas que llevan a él, algunas de las cuales están además levantadas gracias a la misma catástrofe de obras en gran medida innecesarias que azota al país entero. Algunos de los coches que hacen cola para entrar en el aparcamiento llevan las ventanillas abiertas y emiten a volumen sísmico una música de discoteca al parecer muy del agrado de los policías municipales que pastorean el tráfico.

En las noches calurosas, con los balcones abiertos, la música de los coches, los rugidos de las motos y la algarabía alcohólica del botellón animan las plazuelas y los callejones de mi barrio de San Lorenzo, que de otro modo estarían sumidas en un anticuado silencio. Iglesias y palacios se van hundiendo literalmente en el abandono mientras se tiran ríos de dinero cambiando sin ninguna necesidad antiguos pavimentos enlosados o empedrados por groseros baldosones de terrazo. Vuelvo a la hermosa plaza de Santa María y no puedo cruzar su limpia perspectiva porque está entera convertida en una zanja. Un amigo que vive en la ciudad me cuenta que los trabajadores, como no disponen de instalaciones con aseos, usan como urinario la fachada de la iglesia del Salvador.

En el curso de una generación se ha destruido para siempre lo que tardó siglos en hacerse. Lo que se está robando a quienes vengan detrás no es una memoria sentimental y un paisaje urbano que fue único, sino también una forma de disfrute de la vida y de prosperidad. Donde hubo perspectivas de huertas y de casas blancas que llamaban desde los caminos lejanos ahora hay bloques horrendos que se amontonan los unos sobre los otros para mayor beneficio de los constructores. Viajando por Europa uno descubre con envidia cómo en pueblos pequeños y en ciudades provinciales el cuidado en la preservación de lo más valioso del legado del tiempo es perfectamente compatible con el progreso tecnológico y tiene la ventaja práctica de hacer la vida más gustosa y crear una duradera riqueza: en España se empieza por arrasarlo todo. Cuanto más se alimentaban los orgullos locales y las lealtades vernáculas a lo largo de los últimos treinta años más impunemente se han destruido los paisajes. El orgullo local separado de la conciencia cívica es paletería, igual que el patriotismo sin ciudadanía es fanatismo. Se inventan pasados y se alimentan nostalgias rústicas al mismo tiempo que se impone la ignorancia y se borran las huellas del pasado verdadero, el que habría sido tan fértil para mejorar el porvenir.

Puedes leer el artículo completo en…

Desolación de volver

ANTONIO MUÑOZ MOLINA. BaBeLia

Por las azoteas – Julio Ramón Ribeyro y Nino PiPPa


Gracias a un amigo he descubierto al que fue uno de los narradores peruanos más notables del siglo XX; Julio Ramón Ribeyro, su obra cuentística, sobre todo, es de las más fecundas y significativas. Buena parte de ella, sin embargo, fue escrita y publicada discretamente, sin recibir la atención y el reconocimiento que merecía.

Escritor marginado, exiliado (física y existencialmente hablando) que escribe por placer (sin pretenciones morales o sociales), que desaprueba la experimentación, abdica de las ideologías, que es ecléctico en cuanto a las teorías estéticas, sobrio en su presentación formal, que huye de lo institucional con todos los sentidos de la vida y el pensamiento, que desconfía de la revolución y sus buenas intenciones y métodos; en pocas palabras, Ribeyro es tan desarraigado como sus personajes, y privilegia únicamente la relación con su propia interioridad.

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Sobre sí mismo nos dijo palabras como:

«Escritor discreto, tímido, laborioso, honesto, ejemplar, marginal, intimista, pulcro, lúcido: He allí algunos de los calificativos que me ha dado la crítica. Nadie me ha llamado nunca gran escritor. Por que seguramente no soy un gran escritor».

«El hombre es un animal solitario, si cree en algo se engaña, si procura algo fracasa, la vida es un proceso irremediablemente destructivo; la historia de la humanidad un melancólico disparate. «La vida no tiene sentido y, por tanto, no hay que empeñarse en buscarlo.»

Aquí os dejo un bonico cuento, que podéis adaptar a vuestra miopía…

 

Y para ilustrar este texto de azoteas os dejo a Nino Pippa un pintor italiano, nacido en Cerdeña, que me ha atrapado con sus alegres y coloridas calles venecianas.

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Le toca el turno a mi padre


Como ya viene a ser tradición, aquí os dejo otro de los varios y desvariados relatos de Pedro, ese señor murciano de nariz aguileña que dice ser, y no me cabe la menor duda, mi padre.  Las ilustraciones y fotografías que he elegido para el texto son de Alessandro Bavari,

Lo que a continuación voy a escribir, es la historia de una niña. Cuando ésta sea leída, si comprenden que no tiene sentido algo de lo narrado, ruego sepan disculparme, ya que no soy escritor, sino simplemente un aficionado, por cuyo motivo todo lo que plasmo es producto de mi calenturienta mente.

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La vida de esta niña fue tan breve, que un relámpago podría contarla, pero voy a extenderme un poco con el fin de relatar todo lo sucedido.

PASTORA

Nació pobre, en una casa de familia humilde. Apenas fue mayorcita para poderle confiar alguna tarea,  sus padres la enviaron lejos, a la cima de un monte, con una familia que cuidaba un gran terreno, y allí pasó todos los años que le quedaban por vivir.
Su trabajo consistía en cuidar ovejas y cabras, nada más, y esto era un sufrimiento para ella. Se levantaba antes de que naciera un nuevo día, daba igual que lloviese o nevase. En el zurrón le echaban un trozo de pan y un poco de tocino o bacalao y con eso debía alimentarse hasta el ocaso.
El viento de las alturas, el miedo a la soledad, la fatiga de las cuestas empinadas y las zarzas malas, el regreso triste en la oscuridad; todo le parecía tristeza y sacrificio.

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Fue creciendo, todos los que la conocían pensaban que llegaría a ser una hermosa mujer. Pero ella no podía contemplarse en un espejo, ya que carecía del mismo. Su bello rostro se lo contemplaba en los espejos de las aguas y de los charcos que quedaban en los campos después de las lluvias. Sus únicas joyas eran las flores. De las mismas se hacía brazaletes y se los ponía en sus muñecas, al cuello como gargantillas y alrededor de la cabeza como coronas.

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Ninguna música le consolaba el corazón, excepto el canto de los pájaros, y sin embargo le parecía padecer. Soñaba fortunas lejanas e imposibles, fugas al mundo, revanchas contra su suerte.

En invierno había fiestas en la casa, pero ella se sentaba junto al fuego absorta y encantada, y las danzas más alegres le parecían lamentos de almas perdidas, lamentos de cautivos y casi recrudecían su precoz tristeza.

Con el paso del tiempo, ella misma se dio cuenta de que aquellos años pudieron ser felices. Y sólo ahora reconocía que había sido inmensamente feliz.

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Recordaba algunas alboradas límpidas y frías, todas vibrantes de rocío y de gotas, con una luz inocente y poderosa que hacía preciosos hasta los guijarros de los caminos y los troncos expoliados. Recordaba algunos ocasos divinos de otoño a través de los castaños solemnes y de las rocas blancas frente a un cielo que, desde el rosa encendido se desvanecía en el verde desmayado; y las montañas vecinas, altas y negras, parecían orladas de oro viejo.

-¡Recuerdo las praderas floridas rojas, verdes y amarillas, de blancos y azules bajo el claro sol de junio!-se decía a sí misma.

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Recordaba las oraciones y las canciones cantadas por ella en competencia con los vientos sobre las colinas soleadas, los regresos alegres de la misa, el saludo de la luna nueva en las noches cálidas, los saltos de los corderillos destetados, las procesiones de primavera entre el olor de las retamas.

Fué feliz sin saberlo, porque no había sabido serlo….

Demasiado tarde apreció estos placeres, pues pronto una enfermedad le dio muerte. Murió sola sin haber conocido el pecado, ni apreciado la felicidad.

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Relatos de Pedro


Voy a escribir la historia de un pobre campesino que fue asesinado. Jamás hubo persona que pudiera decir el motivo, porque éste nunca existió.

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EL CAMPESINO

Este pobre hombre jamás tuvo que confesar pecados, sólo pedir cuentas de la culpa que se cometió con él. Este hombre era un humilde campesino, envejecido por el trabajo y el dolor. Trabajó para su padre, su mujer y sus hijos constantemente, hasta el último día de su vida, sin quejarse nunca, sin pedir jamás nada a nadie.
Su dorso se había encorvado a fuerza de doblarse sobre la tierra y sus manos se hicieron oscuras y duras como terrones endurecidos por la canícula y por el hielo. Oraba todos los días y se contentaba con su pan.

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Un día, sin que nunca supiera porqué, fue detenido y muerto. Su país se encontraba en guerra, pero él no estaba en guerra con nadie. Seguía cultivando sus campos, porque también en tiempo de guerra los hombres seguían teniendo necesidad de todo, del grano que restaurara sus fuerzas, del vino que alegraba y alegra el corazón, de las frutas que endulzan su boca.

Aquel día de primavera, estaba sólo en el campo, cerca de la carretera, quitando las orugas a un melón en flor, cuando pasaron unos soldados por el camino, armados y metidos en un carro. Se detuvieron y se lo llevaron con ellos junto a otros hombres pobres y despavoridos. Preguntó porqué les llevaban de aquella manera, pero nadie respondió a su pregunta.

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Anduvieron por el camino desierto durante mucho tiempo, en silencio. Llegados a la clara de un monte el carro se paró y les hicieron bajar, dándoles picos y palas, les fueron ordenando en silencio. Alrededor todo estaba sereno. De pronto una voz les ordenó que hiciesen hoyos. Obedecieron. En la espesura de los árboles algunos pájaros cantaban alegremente a la primavera.

Cuando cada uno de ellos hubo escavado su fosa, les ordenaron desnudarse y se negaron. Eran veinte, casi todos jóvenes, algunos empezaron a llorar, otros blasfemaban e imprecaban, uno se puso de rodillas pidiendo gracia, otros dos intentaron huir. Estaban petrificados por el terror. Habían comprendido lo que se quería hacer con ellos.

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Los soldados, siempre en silencio, les rodearon y sacaron las armas. Uno de ellos a dos pasos de este humilde campesino disparó a bocajarro sobre su frente. Cayó de espaldas y no fue mas que un cadáver en medio de cadáveres.

Esta fue su vida, este fue su fin. Jamás hizo mal a nadie, no traicionó. Estaba trabajando en su campo. Si hubieran tenido hambre, también les hubiera dado un pedazo de pan, si hubieran tenido sed, también les hubiera dado un vaso de vino.

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¿Por qué lo mataron? ¿Por qué Dios toleraba que fuesen asesinados los inocentes? ¿Acaso no está en todas partes? ¿No lo ve todo y lo sabe todo? ¿Por qué no volvió su mirada hacia esos pobres inocentes, en aquellos horribles momentos? ¿Por qué no movió su mano poderosa para salvarlos? Esto se preguntaban todos los que le conocían, pero jamás hallaron respuesta alguna.

Todo lo escrito es pura fantasía de mi mente ¡Como siempre!

Bullas en el mes de diciembre del año 1999

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Texto: Pedro Corbalán Párraga. Mi padre.

Anterior relato: La Degradación.


Pinturas: Van Gogh

Dolores Canteras Millán. Siempre


Mi madre es el SIEMPRE, aunque nunca volveré a verla, es el SIEMPRE.

Ella SIEMPRE estaba. Ante cualquier circunstancia, mi madre estaba.

Para arroparme, SIEMPRE estaba. Amanecía y ella estaba.

Pronunciabas su nombre y estaba.

Sus manos limpias, su cálido abrazo, su regazo con ese olor a tierra SIEMPRE firme.

No existía el peligro, porque ella SIEMPRE estaba.

Apasionada de sus hijos, su vida cambió cuando a su lado dejamos de estar SIEMPRE.

Vivo convencida de que su interés por la vida dejó de ser, y se convirtió en un estar inanimado. En un dejar pasar, hasta qué…

Su mente se fue difuminando en un gris de distintos tonos; con pinceladas cálidas a veces, cuando te podía reconocer y repetía tu nombre con sílabas opacas, mientras arrullaba una pequeña muñeca.

O le nacía un inesperado “¿qué te pasa hija mía?” cuando percibía, ante tu asombro, ese estado de inevitable tristeza en el que te encontrabas a su lado, sintiéndote esa muñeca en sus brazos.

Otras veces te recibía, nunca te esperaba, con un gris oscuro y frío con el que te ignoraba, mirándote en neutro. O te convertías en algo que le era molesto en su escapada hacia un nuevo lugar desconocido, pero deseado.

Hasta que su cuerpo aburrido ya,  sin su mente y sin recuerdos, se alejara para SIEMPRE y para NUNCA.

Y lo hizo indudablemente con los deberes bien hechos, de sobresaliente. Y con la ilusión de encontrar en el lugar donde iba a todas aquellas personas que fueron importantes para ella en algún momento de su vida y a las que ella recordó SIEMPRE.

Conseguiste esperarnos Dolores, para no estar sola en ese desconocido paso que va desde la luz a la oscuridad, del sonido al silencio, del sentir al sin sentido. Y así, acariciándote esas incansables manos, te hicimos más dulce el sueño.

En ese momento nos dejaste todo lo que fuiste y ERES en nuestras vidas enmarcado para SIEMPRE, decorando esas paredes transparentes que nos envuelven, hasta llevarnos hacia tu misma despedida.

Nuestro abrazo indescriptible mamá.

Este homenaje a mi madre, se lo dedico especialmente a mi hermano «Pedrito», con el que he vivido momentos duros como este  y otros muchos de felicidad compartida.

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LA DEGRADACIÓN CUBRE AL SER HUMANO

 

Como si de una mascarilla de mierda se tratase, el hombre del final del siglo XX se ha tapado los ojos, en un intento infantil de evadirse de su responsabilidad ética, la cual ha sido olvidada, más aún apartada y despreciada por un hombre ávido de satisfacer sus propios deseos.

Hemos construido un mundo dónde el libre comercio es el pilar de la convivencia, olvidando por completo los demás elementales rasgos de la humanidad, y dónde la moral es ahora objeto de mofa e incomprensión. Un mundo donde cada cual mira por su economía y donde el respeto está valorado según la nómina.

La degradación es palpable y cubre de mierda al género humano.Esta situación se hace insostenible por el mero hecho de estar desbordada. Hemos llegado a un punto irreversible donde los extremos salen a la luz, dando lugar a situaciones inconcebibles, como el paso de los indigentes a ser marginados. Ahora son números de estadísticas que representan a los vagos de España.

Una sociedad inculta es lo que somos, una sociedad sin criterios, donde a nadie le apetece resolver sus problemas, pues para eso están los políticos. Una sociedad donde se podría vivir trabajando tres días a la semana y en la que los despropósitos y la mofa ajena, destellan el corazón dolorido de las gentes. Un mundo donde ser diferente no se tolera, donde los tontos no tienen derecho a derechos. Una sociedad que vuelve a la ley natural de la selva; donde el intelecto ahora es un arma de lucro personal guiada por el interés económico. Donde las guerras se deciden en base a intereses comerciales. Donde la dignidad humana hay que comprarla.


Estamos en un mundo degradado, amigo mío. Un mundo donde la evasión se convierte en la forma más fácil de huida. Un mundo que va evolucionando y que no tiene perdón.

Bullas a 9 de febrero del año 1998.

Como ya os “amenacé” hace unos días, transcribo otro del los pensamientos de este señor octogenario que es mi padre.
Es la única forma de edición – con la única intención – de que no mueran en un cajón – sin haber dado opción – a recibir alguna opinión. Siendo todo ello producto de su imaginación. 😉


Las terroríficas ilustraciones son de GRZEGORZ KMIN

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La bohemia

Estas son las manos de mi padre, 84 años manteniéndose bonitas, cuidadas, distinguidas, manos de artista anónimo. Afortunado para la época que le tocó vivir, consiguió estudios de seminario que abandonó más tarde por la vida mundana, pero se los guardó todos y los conserva en una inmensa e intacta memoria.

Músico de oído con armónica, amante de las letras, fotógrafo casual con buenos encuadres, poeta, solitario irónico, divertido discreto. Nuestros paseos de atardecer veraniego, eran juegos de palabras encadenadas, canciones a dos voces, rimas improvisadas… Ahora sé todo lo que esto me marcó. Esto y la nariz, herencia genética de la que se siente muy orgulloso.

En sus 20 años de jubilado, acompañado de una máquina de escribir antigua, escribe lo que pasa por su mente, relacionado casi siempre con la muerte; textos macabros, nacidos de sus visitas al cementerio, donde siempre nos ha llevado alguna tarde de vacaciones, y subiéndonos a hombros nos asomaba al osario para que viésemos lo que somos. Un poco de “locura” ocupaba y ocupa su mente. «Calistrada» la llama él.

En mi última visita a su pueblo de Murcia en el que vive cuidándose a sí mismo, volvimos al cementerio de Mula, donde está lo que fue mi abuelo, para no perder esas buenas y divertidas costumbres. Me pasó unos textos escritos con su máquina, de los que os invito a leer unas letricas.

La descomposición.

…»Una vez anulada la consciencia, mi metabolismo salvaje relaja su actividad por el rápido estancamiento de su fuerza vital. A partir de ahora entramos en lo que podríamos definir como la pérdida de control de la consciencia ligada al poder de decisión sobre el cuerpo. Es ésta, sin duda, la parte más apasionante de la descomposición.

Por una parte las células actúan ajenas a mí, sin recibir órdenes del ningún mando central, con voluntad propia. El cuerpo se divide en tantas partes independientes como células posee. Su misión empieza en el instante preciso en que dejan de recibir energía exterior.

En ese momento saben que ha llegado la hora de mutar a un organismo vivo superior, pues van a dejar de ser simples células para convertirse en larvas con vida propia, bajo un instinto primario que les empuja a sobrevivir (…)

Lo que no llegaré a saber es si las larvas saben que se están comiendo a su creador, este parece un comportamiento cruel, pero admito que es justo y natural, ya que como cualquier ser que acaba de nacer, no posee ningún conocimiento del mundo real mas que los que él mismo experimenta. (…) La vida continúa dos metros bajo el suelo, pues es tu vida la que termina, son sus vidas las que han comenzado.

Ya no siento nada, inhibido, desanimado sigo llorando(…)pero mis párpados desgarrados evitan mantener mis ojos cerrados.


«Hombre apenado porque no puede verse muerto».

Las fotografías «macabras» las hice en esta visita.